Por Roni Caryn Rabin
The New York Times Company para Avalian
Los adultos con alto riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares se arriesgan a efectos secundarios graves si inician un régimen diario de dosis bajas del fármaco, dijo un comité de especialistas de Estados Unidos.
Según el nuevo borrador de un proyecto de lineamientos preparado por un grupo de expertos estadounidenses, los médicos ya no deberían recetar de forma rutinaria dosis bajas de aspirina a la mayoría de las personas con alto riesgo de sufrir un primer ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular. La recomendación propuesta se basa en la creciente evidencia de que el riesgo de efectos secundarios graves supera con creces el beneficio de lo que antes se consideraba un arma extraordinariamente barata en la lucha contra las enfermedades cardíacas.
El comité de expertos de Estados Unidos. también tiene previsto revocar su recomendación del 2016 de tomar aspirina infantil para la prevención del cáncer colorrectal, una orientación que fue innovadora en su momento. El panel dijo que datos más recientes planteaban dudas sobre los supuestos beneficios para el cáncer y que se necesitaba más investigación.
En cuanto al uso de dosis bajas de aspirina o aspirina infantil, la recomendación del Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE. UU. es aplicarla a las personas de 60 años o menos, que tuvieran un alto riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca y también para las que un nuevo régimen diario de este analgésico podría ser una herramienta para prevenir un primer ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular. Las pautas reducidas no se aplicarían a quienes ya toman aspirina o a quienes ya sufrieron un infarto.
El grupo de trabajo estadounidense también quiere desaconsejar enérgicamente que las personas de 60 años o más empiecen a tomar una dosis baja de aspirina, citando la preocupación por el mayor riesgo de hemorragias mortales relacionado con la edad. El comité ya había recomendado anteriormente que las personas de 60 años con alto riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares consultaran a sus médicos para tomar una decisión. Una dosis baja es de 81 a 100 miligramos.
Las propuestas del grupo de trabajo sucedieron tras años de cambios en los consejos de varias organizaciones médicas y agencias federales importantes, que ya habían reducido el uso de dosis bajas de aspirina como herramienta preventiva contra las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares. La aspirina inhibe la formación de coágulos de sangre que pueden bloquear las arterias, pero los estudios plantearon la preocupación de que su consumo regular aumenta el riesgo de hemorragias, especialmente en el tracto digestivo y el cerebro, peligros que se acrecientan con la edad.
“Ya no existe la afirmación generalizada de que todas las personas con riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca, aunque nunca hayan tenido un infarto, tienen que tomar aspirina”, dijo Chien-Wen Tseng, integrante del grupo de trabajo nacional que, a su vez, es médica de familia. “Tenemos que ser más inteligentes a la hora de adecuar la prevención primaria a las personas que más se beneficiarán y que tienen menos riesgo de sufrir daños”, afirmó.
Las investigaciones demuestran que el aumento del riesgo de hemorragia se produce con relativa rapidez después de que alguien empieza a tomar aspirina de forma regular.
Quienes ya estén tomando aspirina infantil deberían consultar con su médico. “No recomendamos a nadie que deje de tomarla sin consultar con un médico, y menos si ya ha tenido un ataque al corazón o un derrame cerebral”, añadió.
El comité está formado por 16 expertos en prevención de enfermedades y medicina basada en la evidencia que evalúan periódicamente las pruebas de detección y los tratamientos preventivos. Los integrantes son nombrados por el director de la Agencia para la Investigación y la Calidad del Cuidado de la Salud, pero el grupo es independiente y sus recomendaciones suelen contribuir a configurar el ejercicio de la medicina estadounidense.
Las directrices, que aún no son definitivas, pueden afectar a los hábitos de salud de decenas de millones de adultos con alto riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, que sigue siendo la principal causa de muerte en Estados Unidos, incluso en la era del Covid.
Hace dos años, el Colegio Estadounidense de Cardiología y la Asociación Estadounidense del Corazón, redujeron conjuntamente sus recomendaciones para decir que la aspirina debía recetarse de forma muy selectiva a las personas de 40 a 70 años que nunca habían sufrido un infarto o un accidente cerebrovascular. En cuanto a la aspirina, las organizaciones dicen “generalmente no, ocasionalmente sí” para la prevención primaria. Este consejo difiere del nuevo borrador de las directrices del grupo de trabajo, que establece un límite a los 60 años.
“Cuando examinamos la bibliografía, la mayor parte de ella sugería que el balance neto no era favorable para la mayoría de las personas: había más hemorragias que ataques cardíacos prevenidos”, dijo Amit Khera, uno de los autores de las directrices del grupo. “Y no se trata de hemorragias nasales, sino que pueden ser hemorragias cerebrales”, agregó.
Ya en 2014, una revisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos concluyó que la aspirina no debería usarse para la prevención primaria, es decir, para evitar un primer ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular, y señaló los riesgos.
El grupo de trabajo, que anteriormente hizo la recomendación universal para que los adultos de 50 años y más de alto riesgo tomaran aspirina infantil si sus probabilidades de un efecto secundario eran bajas, ahora propone que los adultos de alto riesgo en sus 40 y 50 años hablen con sus médicos y tomen una decisión personalizada sobre si deben comenzar un régimen diario. (El grupo definió como “de alto riesgo” a toda persona que tenga un riesgo del diez por ciento o más de sufrir un evento cardiovascular en los próximos diez años, según las calculadoras del Colegio Estadounidense de Cardiología/Asociación Estadounidense del Corazón empleadas para estimar el riesgo).
Cuando el comité emitió su último conjunto de recomendaciones en 2016 respaldando el uso generalizado de la aspirina para la prevención primaria para aquellos con alto riesgo, y diciendo que los beneficios superaban los riesgos, algunos críticos dijeron que el panel había cometido un error. Steven Nissen, Director de Cardiología de la Clínica Cleveland, dijo en aquel entonces que le preocupaba que un mayor uso de la aspirina hiciera más daño que bien. Los gastroenterólogos dijeron que temían que los pacientes que tomaran aspirina se saltaran las revisiones de cáncer de colon.
El primer gran ensayo clínico nacional en el que se comprobó que la aspirina reducía el riesgo de infarto solo incluía a médicos varones, y se interrumpió pronto, después de cinco años, porque los beneficios eran espectaculares y parecían superar ampliamente los riesgos. “Pero eso fue en 1988, y la práctica médica evolucionó desde entonces”, dijo Donald M. Lloyd-Jones, presidente de la Asociación Estadounidense del Corazón.
“Ahora que las personas pueden controlar mejor los factores de riesgo, como la hipertensión arterial, y que usan nuevos medicamentos para mantener el colesterol bajo control, hay menor margen para que la aspirina marque la diferencia”, dijo Lloyd-Jones. Pero aseguró que sigue existiendo el riesgo de hemorragia.
Los estudios de investigación también indicaron que, aunque el uso de la aspirina por parte de personas que no han sufrido un ataque al corazón o un derrame cerebral reduce el riesgo de estos eventos, no disminuye el número de muertes por enfermedades del corazón u otras causas.
El borrador del informe del comité nacional también cuestiona otro uso de la aspirina: si reduce el riesgo de cáncer colorrectal, una de las principales causas de muerte por cáncer en Estados Unidos y que aumentó entre los adultos jóvenes por razones que no están claras.
Al revocar su recomendación de hace cinco años de que la aspirina ayuda a prevenir el cáncer colorrectal, el informe señala los nuevos datos de un estudio controlado aleatorio denominado Aspirina en la reducción de eventos en los ancianos. En ese estudio, el uso de la aspirina se relacionó con un aumento de casi el doble de muertes por cáncer colorrectal tras casi cinco años de seguimiento.
Algunos expertos no renuncian a la promesa de la aspirina, y afirman que siguen existiendo “pruebas convincentes” de su papel en la prevención del cáncer.
Andrew Chan, Director de Epidemiología del Cáncer en el Mass General Cancer Center, dijo que los ensayos controlados aleatorios muestran que la aspirina inhibe el crecimiento de los pólipos en el colon y reduce las probabilidades de que se vuelvan cancerosos.
“Esto vuelve a poner de manifiesto que tenemos que pensar en personalizar a quién le damos la aspirina, y alejarnos de una solución única para todos”, dijo Chan.