Por Nancy Baym, Jonathan Larson y Ronnie Martin
Harvard Business School Publishing Corp para Avalian
Es cierto, pasó mucho tiempo, pero ¿te acordás cómo era cruzarte con los compañeros en el pasillo de la oficina, charlar sobre los planes del fin de semana o sobre un gran proyecto en el que estás trabajando? ¿Te acordás haber estado en el lugar adecuado en el momento oportuno, darle a alguien una información que le faltaba o presentarle un colega a alguien nuevo? Puede que no te hayas dado cuenta de la importancia de estas conversaciones hasta que empezaste a trabajar desde casa.
Estas interacciones informales son la clave de lo que se conoce como capital social (los beneficios que la gente puede obtener gracias a quienes conoce). Todos recurrimos a nuestro capital social cada vez que nos encontramos en un callejón sin salida y alguien nos ayuda, aunque no tuviera obligación. Aparece cuando necesitamos experiencia y alguien a quien sólo vimos una vez es capaz de ofrecerla. También ayudamos a los demás a construir su capital social cuando nos esforzamos en apoyarlos con conocimientos, mentoría o amabilidad. Y la razón por la que podemos recurrir a otra persona y ofrecer ayuda extra es que construimos una base de familiaridad y buena voluntad a través de estas interacciones no planificadas que antes llenaban nuestros días de trabajo.
El capital social también es fundamental para un lugar de trabajo próspero en general, tanto para los colaboradores como para las organizaciones. Ayuda a que el conocimiento y la información fluyan. Estimula nuevas ideas y da energía a nuestro pensamiento. Además, contribuye a que en los ámbitos laborales haya menor ausentismo, menor rotación y mejora el rendimiento de la organización.
Sin embargo, la tendencia hacia el trabajo a distancia ha cambiado la naturaleza del capital social en las organizaciones, y no necesariamente para bien. Este año, equipos a lo largo de Microsoft llevaron a cabo más de 50 estudios para comprender cómo cambió la naturaleza del trabajo desde principios de 2020. El estudio anual de Microsoft, llamado Work Trend Index, es parte de esta iniciativa e incluye un análisis de billones de señales de productividad -como correos electrónicos, reuniones, chats y publicaciones- en toda la base de usuarios de Microsoft y LinkedIn.
Uno de los cambios más relevantes y preocupantes que observamos en estos estudios fue el significativo impacto que tuvo un año de trabajo remoto a tiempo completo en las conexiones organizativas, que son la base fundamental del capital social. Las personas informan sistemáticamente que se sienten desconectadas. Nuestros estudios muestran una tendencia clara: el cambio al trabajo a distancia redujo las redes de las personas. Esto es significativo porque las redes sólidas en el lugar de trabajo afectan a dos cosas fundamentales para el resultado final: la productividad y la innovación.
El Work Trend Index también descubrió que los colaboradores más jóvenes y quienes son nuevos en una empresa pueden experimentar más el dolor del aislamiento social. El pasado año hizo más difícil que los nuevos colaboradores encuentren su lugar, ya que no están experimentando la incorporación, la creación de redes y la formación que podrían haber tenido en un año normal.
Sin embargo, hay esperanza. Cuando se estudiaron las tendencias en los países en los que más personas habían vuelto a los entornos de trabajo híbridos, se observaron mejoras en cuanto al aislamiento de los equipos.
Garantizar que los lugares de trabajo del futuro sean atractivos, innovadores, creativos e incluyentes dependerá de crear estructuras y políticas que apoyen las conexiones sociales en el trabajo. Las organizaciones del futuro, aquellas para las cuales la gente estará más ilusionada de trabajar, fomentarán lazos sociales de apoyo para los que están en la oficina, y también para los que no lo están.