Las mejores ideas a menudo son las últimas

Por Loran Nordgren y Brian Lucas

Harvard Business School Publishing Corp para Avalian

A medida que las organizaciones, grandes y pequeñas, se enfrentan a desafíos monumentales en el marco de la pandemia del COVID-19, fomentar la creatividad necesaria para desarrollar ideas verdaderamente revolucionarias se volvió más importante que nunca. Sin embargo, para estar a la altura de nuestro potencial creativo, primero debemos entender cómo funciona realmente el proceso creativo.

Investigaciones anteriores han demostrado que las primeras ideas de las personas rara vez son las más creativas. Para llegar a una sola idea innovadora suele ser necesario un largo proceso de lluvia de ideas, en el que se genera y se repite una gran cantidad de opciones potenciales antes de llegar finalmente a la idea más creativa.

Sin embargo, a pesar de esta realidad, muchas personas consistentemente subestiman el valor de la persistencia en el proceso creativo. Exploramos por qué se produce este fenómeno (y qué pueden hacer los directivos para superar el problema) en estudios donde le pedimos a la gente que participara en una serie de tareas creativas de resolución de problemas.

En uno de nuestros estudios, inscribimos a comediantes profesionales y aficionados en un concurso de redacción de pies de foto. Encuestamos sus creencias sobre el proceso creativo y luego hicimos que pasaran todo el tiempo que quisieran ideando subtítulos para una caricatura. Descubrimos que los cómicos que estaban más seguros de que sus primeras ideas serían las mejores dejaron de idear antes. Estos humoristas acabaron presentando menos chistes y, lo que es más importante, pocos de los chistes que presentaron fueron calificados como altamente creativos. Ello sugiere que detuvieron el proceso creativo antes de que sus mejores ideas pudieran ser descubiertas.

¿Por qué a menudo la gente asume que sus mejores ideas son las primeras? Una explicación es que creen que, dado que su productividad disminuye con el tiempo, la creatividad de sus ideas también debe disminuir. Pero, por supuesto, esto no es así. Basándonos en nuestras conclusiones, hay algunas cosas que pueden hacer los directivos para ayudar a sus equipos a reajustar sus expectativas sobre el proceso creativo y empoderar a los individuos para desarrollar más ideas creativas:

1. EDUQUEN A SUS COLABORADORES.

Los directivos deben explicarles a sus equipos que es poco probable que sus primeras ideas sean tan valiosas como las que surjan más adelante en el proceso. Esto puede adoptar la forma de conversaciones individuales con los colaboradores, al igual que discusiones en equipo sobre cómo podrían adaptarse los flujos de trabajo del proyecto para superar los prejuicios en favor de las primeras ideas de una persona.

2. INVIERTAN EN SU PROCESO CREATIVO:

No hay una fórmula fija para el éxito. Pero hay varias formas de asegurarse de que le está dedicando el suficiente tiempo y atención a los procesos creativos:

— Destiná un tiempo extra para los procesos creativos, ya sea con otra sesión de ideas o con una lluvia de ideas más larga.

— Pedí a tu equipo que genere dos o incluso tres veces más ideas de las que cree que necesita.

— Experimentá con los procesos creativos de tu equipo y medí los resultados. Por ejemplo, la próxima vez que organices un taller, registrá cuándo se generaron realmente las mejores ideas. ¿Fueron generadas por el equipo que hizo una lluvia de ideas durante una hora, o por el equipo que tardó tres horas?

Con las estrategias descriptas anteriormente, los líderes pueden ayudar a su gente a construir un proceso creativo que enfatice el valor de las ideas tardías. Aunque puede suponer un trabajo extra, el esfuerzo puede recompensarlos con ideas con el potencial de cambiar el juego.