Por Gretchen Reynolds
The New York Times Company para Avalian
Para prevenir la obesidad, quizá sea recomendable salir a caminar y levantar pesas, según un nuevo estudio a gran escala sobre cómo influyen los distintos tipos de ejercicio en la incidencia de la obesidad en Estados Unidos.
El estudio, que se basó en los historiales médicos de casi 1,7 millones de hombres y mujeres, indica que la gente que practica cualquier tipo de ejercicio es menos propensa a ser obesa en comparación con la que es sedentaria. Sin embargo, la investigación también revela que las probabilidades de mantener un peso normal son mayores para quienes realizan ejercicios aeróbicos y levantamiento de pesas, al menos de vez en cuando.
La obesidad es uno de los problemas de salud más preocupantes del mundo. Hace poco, el periodista Jane Brody escribió sobre un nuevo estudio que mostraba que, al final de esta década, es posible que la mitad de la población estadounidense sea obesa. Estos índices tan elevados de obesidad son preocupantes debido, en gran medida, a que ese problema está relacionado con muchos otros padecimientos graves de salud, entre ellos la diabetes tipo 2, cardiopatías, artritis, demencia y muerte prematura.
No obstante, a pesar de la prevalencia y la morbilidad del sobrepeso, sus causas siguen siendo poco claras. Sabemos que la nutrición y el desequilibrio energético influyen de manera importante. Sin embargo, el ejercicio y el sedentarismo también tienen que ver, aunque sus contribuciones son confusas. Por ejemplo, el ejercicio no parece ayudar a la mayoría de la gente con sobrepeso a perder kilos, eso quizá se deba a que la gente suele tener mucha hambre después de hacer ejercicio. Por otro lado, el ejercicio sí parece evitar que mucha gente acumule esos kilos en primera instancia. Algunos estudios previos mostraron que los adultos que caminaban o hacían actividades físicas con frecuencia eran menos proclives a ser obesos para cuando llegaran a la mediana edad, en comparación con la gente sedentaria.
Sin embargo, la mayoría de esos estudios se realizaron con grupos relativamente pequeños de personas o con sectores específicos de la población, como enfermeras u hombres mayores. En muchos de esos casos, el mantenimiento de un peso saludable solo se vinculó con grandes cantidades de ejercicio, como caminar durante una hora o más al día. Además, casi ninguno analizó la posible influencia del levantamiento de pesas en la prevención de la obesidad, lo cual dejó muchos interrogantes inexplorados sobre las cantidades y las modalidades de ejercicio que podrían correlacionarse con la probabilidad de desarrollar obesidad.
Por lo tanto, para el nuevo estudio, que fue publicado este mes en Obesity, los investigadores en Australia decidieron comparar los hábitos del ejercicio y las cifras relacionadas con la obesidad en un enorme grupo de adultos estadounidenses. Los investigadores encontraron a los sujetos de su estudio entre los participantes del monitoreo anual del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo Conductuales, una encuesta telefónica sobre la salud y la vida de millones de estadounidenses que es supervisada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Los investigadores australianos ahora se enfocaron en datos de encuestas recientes que incluían respuestas de hombres y mujeres sobre su altura, peso y hábitos generales de ejercicio, este último a su vez especificaba si habían realizado una clase particular de ejercicio el mes anterior y, de ser así, qué tipo y qué cantidad de ejercicio habían hecho.
Los investigadores recabaron las respuestas de 1.677.108 de los participantes de la encuesta y empezaron a categorizarlos, primero, por peso normal u obesos, de acuerdo con su índice de masa corporal, y luego por sus hábitos de ejercicio. Los investigadores registraban cuando los hombres y las mujeres informaban haber realizado al menos 150 minutos de actividades aeróbicas a la semana durante el mes anterior, como caminar o trotar, lo cual significaba que habían cumplido con el estándar recomendado de salud con respecto al ejercicio. También registraron si los participantes informaron haber realizado ejercicios de resistencia, no solo levantamiento de pesas sino actividades como yoga y calistenia, al menos dos veces a la semana.
Al final, obtuvieron categorías de participantes que eran obesos o no lo eran y, por otro lado, eran sedentarios o activos, y hacían ejercicios aeróbicos, levantamiento de pesas, o ambos tipos de ejercicio de manera regular. Luego compararon los hábitos de ejercicio con la obesidad y notaron un patrón interesante. La incidencia de la obesidad, en particular la obesidad extrema, era mucho más baja entre las personas activas que las sedentarias, sin importar si su actividad era aeróbica o de resistencia.
Sin embargo, aquellos hombres y mujeres que dijeron haber realizado ambos tipos de ejercicio —que salían a correr y levantaban pesas o que caminaban y hacían yoga, por ejemplo— tenían 50 por ciento menos probabilidades de padecer obesidad, además, sus probabilidades eran un 20 por ciento menores a las de la gente que solo realizaba ejercicios aeróbicos o levantamiento de pesas. En otras palabras, al parecer “hacer ejercicio aeróbico o de fortalecimiento muscular es bueno para mantener un peso saludable, pero hacer ambos es mejor”, dijo Jason Bennie, investigador veterano de epidemiología de la actividad física en la Universidad del Sur de Queensland, quien lideró el nuevo estudio.
No obstante, este estudio se basó en el ejercicio que los participantes recordaban haber hecho, lo cual puede ser poco confiable, además de que solo se les preguntó al respecto en un momento determinado de sus vidas. Así que no puede demostrar si hacer ejercicio ahora previene la obesidad posteriormente. Tampoco puede establecer si, en algunos casos, la obesidad le impedía a la gente ser activa, lo cual implicaba que su peso determinaba sus rutinas de ejercicio y no al revés.
Quizá lo más importante es que no nos dice cómo es que caminar o hacer actividades aeróbicas a la par de levantar pesas puede ayudarnos a evitar la obesidad. Bennie y sus colegas especulan que los ejercicios aeróbicos y de resistencia producen efectos variados en nuestros metabolismos, hormonas, apetitos e incluso las estructuras de nuestros cerebros que, de manera sinérgica, refaccionan nuestros cuerpos y mentes de formas que reducen la probabilidad de ganar peso. Es evidente que se requiere más investigación sobre el tema. Pero, mientras tanto, para aquellos que desean mantener su peso bajo control quizá sea bueno considerar ir en bicicleta o a pie al gimnasio, donde sería bueno levantar algunas pesas.