Febrero: mes de la lucha contra el cáncer

El cáncer es una enfermedad que se manifiesta cuando un grupo de células normales del organismo generan un crecimiento anómalo e incontrolado que da lugar a un bulto llamado tumor.

Es importante destacar que en la actualidad, el cáncer puede prevenirse, tratarse y curarse. Más de la mitad de las personas afectadas por estas problemáticas se curan y en otros casos, pueden tener una buena calidad de vida.

Te contamos cuáles son algunos de los factores de riesgo para que puedas tener hábitos más saludables: 

Consumo de alcohol. 

Sobrepeso y obesidad.

Tipo de alimentación: sobre todo en el caso de las dietas con mucha carne roja, carne procesada y alimentos con sal y con poca fruta y verdura.

Falta de realización de actividad física.

Consumo de tabaco: el humo del tabaco contiene al menos 80 sustancias diferentes que causan cáncer (carcinógenos). 

Exposición a radiación ionizante.

Haber contraído una infección: los distintos virus pueden provocar cambios en las células que las vuelvan más susceptibles de convertirse en cancerosas. Alrededor del 70 % de los cánceres de cuello de útero se debe a infecciones por el virus del papiloma humano (VPH) mientras que el cáncer de hígado y el linfoma no hodgkiniano pueden ser consecuencia del virus de la hepatitis B y de la hepatitis C, y los linfomas están relacionados con el virus de Epstein-Bar. 

Predisposición genética: si bien no significa que las personas que la tienen vayan a desarrollar algún tipo de cáncer la predisposición genética aumenta las probabilidades.

Sistema inmunitario débil: se trata de las personas que se sometieron a algún tipo de trasplantes de órganos y toman medicación para deprimir su sistema inmunitario, así como las personas con VIH o sida, o con otras enfermedades que reducen su inmunidad. 

Por otro lado, te contamos cuáles son algunos de los signos y síntomas para que, al detectarlos puedas acudir a tu médico, de manera tal de prevenir cualquier tipo de complicación.

Bultos o hinchazón anormales: no suelen doler y es posible que aumenten de tamaño a medida que el cáncer avanza.

Tos, falta de aire o problemas para tragar.

Cambios en el hábito intestinal: como estreñimiento y diarrea, o sangre en las heces.

Sangrado imprevisto: hemorragia vaginal o anal, o sangre en las heces y en la orina o al toser.

Pérdida de peso: sin motivo aparente en un periodo corto de tiempo (un par de meses).

Fatiga: se muestra en forma de cansancio extremo y una acusada falta de energía. Si la fatiga se debe al cáncer, quienes la padecen también suelen presentar otros síntomas.

Dolor: dolor sin causa aparente o continuo, o dolor que va y viene.

Aparición o modificación de un lunar: se debe prestar atención a los cambios de tamaño, forma o color y ver si al lunar le sale una costra, sangra o supura.

Complicaciones al orinar: necesidad de orinar con urgencia o con más frecuencia, o no poder hacerlo cuando se necesita o sentir dolor al orinar.

Cambios anómalos en las mamas: cambios de tamaño, forma o tacto, a los cambios de la piel y al dolor.

Pérdida del apetito: sentir menos hambre de lo normal durante un periodo largo de tiempo.

Llagas o úlceras que no cicatrizan: como una mancha, una herida ulcerada o una úlcera bucal.

Ardor de estómago o indigestión: persistentes o dolorosos.

Sudores nocturnos intensos.

Es importante reconocer estos síntomas y realizar chequeos médicos anuales para detectar esta enfermedad a tiempo.

Fuente: https://www.worldcancerday.org